El pasado 11 de febrero, recordábamos la memoria de Nuestra Señora de Lourdes, que, cuatro años después de haberse definido el dogma de la Inmaculada Concepción (1854), se aparece a Bernardette Soubirous, una niña de 14 años.
La Virgen era "de tal belleza que era imposible describirla" - contaba tiempo después Bernardette.
Cuando el escultor de la gruta preguntó a Bernardette si su obra, que representaba a la Virgen, se asemejaba a la aparición, respondió con gran ingenuidad y sencilllez: "¡Oh, no, señor, de ninguna manera! !No se parece en nada! La Virgen es siempre más bella."
La niña preguntaba su nombre a la Señora, y ésta "sonreía dulcemente". Por fin, Nuestra Señora le reveló que era la Inmaculada Concepción.
La Virgen se muestra siempre como Salud de los enfermos y Consoladora de los afligidos, nosotros, con toda confianza, podemos acudir a nuestra Madre. Ella que siempre está al lado de su hijo, nos escuchará y se lo dirá a Él, nos alcanzará lo que le pedimos, o nos conseguirá gracias mayores y abundantes para que "de los males saquemos bienes; y de los grandes males, grandes bienes".
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